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CAROLINA MENA SARAVIA

Día de la Bandera: el largo camino que recorrió nuestro emblema nacional

Fue un largo camino el recorrido por nuestra insignia, desde aquel recordado 27 de febrero de 1812 cuando fue enarbolada por primera vez por el general Manuel Belgrano

Manuel Belgrano. Fuente: Twitter
domingo 20 de junio de 2021

SALTA (Por Carolina Mena Saravia) Un año más nos lleva a conmemorar el Día de la Bandera. Los ojos de la Argentina se posan en la ciudad de Rosario de Santa Fe, donde el Monumento a la Bandera a orillas del Paraná se constituye en el escenario central de las celebraciones.

Fue un largo camino el recorrido por nuestra insignia, desde aquel recordado 27 de febrero de 1812 cuando fue enarbolada por primera vez por el general Manuel Belgrano en las barrancas de Rosario en el acto inaugural de dos baterías -fortificaciones para resguardar piezas de artillería- a las que había bautizado con los elocuentes nombres de Libertad e Independencia.

Allí es donde por primera vez se menciona a este paño blanco y celeste respectivamente en dos franjas como “bandera” nacional. “Siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste, conforme á los colores de la escarapela nacional: espero que sea de la aprobación de Vuestra Excelencia”, rezaba el comunicado del general Belgrano.


Un paño, dos colores y una sola pasión


La encargada de confeccionar la bandera que se alzaría en la Villa del Rosario, cuenta la tradición, fue María Catalina Echevarría de Vidal, vecina de esa villa, nacida el 1 de abril de 1782, hija de Fermín de Echevarría y de Tomasa de Acevedo, y cuyo hermano Vicente Anastacio Echeverría conservaba fuertes lazos de amistad con Manuel Belgrano desde la expedición al Paraguay, y ese fue el motivo por el que se le encargó la misión de plasmar en el género el nobel emblema patrio.

Belgrano, al llegar a la villa, se hospedó en la casa de Vicente Anastacio, lugar desde donde se podía vislumbrar fácilmente las obras que se estaban llevando a cabo para la construcción de las fortificaciones. Un acto coronaría el esfuerzo, y la bandera argentina flamearía orgullosa por primera vez en una larga lista de actuaciones.

 

Retrato del general Manuel Belgrano realizado por Francois Casimir Carbonnier donde se observa la insignia patria al fondo

 

Lo cierto es que este acto le valió el regaño del Triunvirato a nuestro querido general Belgrano, que le delegó “la reparación de tamaño desorden”, ocasión que aprovechó también para advertirle que esta sería “la última vez que sacrificaría hasta tan alto punto los respetos de su autoridad”.


Una nueva bandera


El general Manuel Belgrano no se rindió y, con anuencia de la Asamblea de 1813 en el comienzo de sus deliberaciones en enero de ese mismo año, volvió a confeccionar un nuevo lábaro, pero con el expreso mandato de que podía ser solo usada como insignia del Ejército del Norte y no como símbolo de la nación.

Avanzaba el año y encontrándose Belgrano y el Ejército del Norte en el río Pasaje, saboreando las mieles del reciente triunfo obtenido en la batalla de Tucumán, hizo jurar obediencia a la Asamblea del Año XIII. Este hecho motivó que hoy se conozca a este tramo del río Salado también con el nombre de Juramento.

Más tarde, con el triunfo en la batalla de Salta, el 20 de febrero de 1813, la bandera volvió a flamear la victoria contundente del general Belgrano ante las tropas realistas, siendo el primer enfrentamiento que presidió como estandarte del Ejército del Norte. Fue la insignia del mismo hasta la derrota de Ayohuma, aquel nefasto 14 de noviembre de 1813.

El Congreso General Constituyente de Tucumán autorizó finalmente que la bandera celeste y blanca fuera usada como símbolo de las Provincias Unidas del Río de la Plata. La independencia ya había sido proclamada aquel memorable 9 de julio de 1816 desde la casa de doña Francisca Bazán de Laguna, en la antigua calle del Rey, hoy llamada calle Congreso.

Largo peregrinar para nuestra bandera, símbolo de sacrificios y renuncias, una nación que asomaba sus heroicos sueños en lo más austral del vasto continente de América del Sur, plagada de ideales, pero que debería seguir afrontando crueles enfrentamientos externos e internos para sellar el paso hacia la tan ansiada libertad.

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