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CORONAVIRUS: FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA

¡Saquear el Cielo!: hoy es la Fiesta de la Divina Misericordia

La Fiesta de la Misericordia es una ocasión para adueñarnos de los océanos de gracias que el Señor quiere derramar en este día. No perdamos la ocasión

Divina Misericordia
Por Redacción Voces Críticas
domingo 19 de abril de 2020

MUNDO.- (Padre Germán Saksonoff para Voces Críticas) Hoy se celebra la Fiesta de la Divina Misericordia. Gracias y extraordinarias promesas adornan este día que el Señor instituyó para consuelo y refugio del mundo entero. Es necesario escuchar sus palabras y llevarlas al interior de nuestro corazón para percibir la voz y el amor de Dios que nos otorga un día tan especial, fruto admirable de su Misterio Pascual, de su total entrega por nosotros en la Cruz y en la Resurrección.

A través de santa Faustina, el Señor nos lo ha hecho saber: “Hija mía, di que esta Fiesta ha brotado de las entrañas de mi Misericordia para el consuelo del mundo entero” (Diario, n. 1517). 

Consuelo y refugio

Consuelo para las almas dolientes, las que padecen de cualquier manera, física y espiritualmente; las que padecen vacío, abandono por parte de los demás, las almas incomprendidas, las que experimentan fracaso y olvido por parte de sus seres queridos. Refugio para los pecadores (todos lo somos), para cuando no podemos o no sabemos levantarnos, ante tanta maldad que nos rodea y de la cual no sabemos vernos exentos; esclavos de una sociedad que presiona contra Dios, que impone leyes inmorales, que daña la inocencia desde la más temprana infancia, etc.

Fuentes abiertas

Por esto y muchísimo más, adelantándose con el remedio, el Señor nos otorgó, para estos tiempos, un día especial para recoger gracias: un día en que las compuertas celestiales se abrirán gratuitamente para aquellos que confíen e invoquen al único Dios verdadero, que se nos da por la Confesión (rayo pálido) y en la Santísima Eucaristía (rayo rojo). Escuchemos sus palabras (Diario, n. 699):

“Hija mía, habla al mundo entero de mi inconcebible Misericordia. Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de mi Misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de mi Misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata. Mi Misericordia es tan grande que en toda la eternidad no la penetrará ningún intelecto humano ni angélico. Todo lo que existe ha salido de las entrañas de mi Misericordia. Cada alma respecto a Mí, por toda la eternidad meditará mi Amor y mi Misericordia. La Fiesta de la Misericordia ha salido de mis entrañas, deseo que se celebre solemnemente el primer domingo después de Pascua. La humanidad no conocerá paz hasta que no se dirija a la Fuente de mi Misericordia”.

Canales de la gracia

El Señor, que quiere derramar un mar de gracias, solo necesita nuestra confianza. Esta confianza es el “sí” de nuestra alma que le permite obrar y aceptar todas las gracias que su Amor quiere otorgarnos ese día.

Por ello, el primer acto de confianza en El es vivir según su amorosa Voluntad, vivir en gracia, o confesarse para recuperarla. Es a través de las Fuentes de la Misericordia (Confesión y Eucaristía) que el Señor puede obrar con liberalidad en nuestras almas. Es el primer y más importante don de su Amor, y por eso lo procura antes que todos los otros dones.

Así nos dice el Señor, a través de santa Faustina (Diario, n. 300): “Pide a mi siervo fiel que en aquel día hable al mundo entero de mi gran Misericordia; que quien se acerque ese día a la Fuente de Vida, recibirá el perdón total de las culpas y de las penas. La humanidad no conseguirá la paz hasta que no se dirija con confianza a mi Misericordia”.

Inspirada en este pedido del Señor a santa Faustina, la Iglesia concede el don de la indulgencia plenaria a quienes rindan culto a la Misericordia de Dios en este “Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia”. La Confesión puede realizarse dentro de los ocho días anteriores; la Comunión debe realizarse el día de la Fiesta.

Abrirle la puerta

Podemos cerrar la puerta de nuestra alma o abrirla. Así insiste Jesús: “Las gracias de mi Misericordia se toman con un solo recipiente y éste es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá. Las almas que confían sin límites son mi gran consuelo, porque en tales almas vierto todos los tesoros de mis Gracias. Me alegro de que pidan mucho, porque mi deseo es dar mucho, muchísimo. Me pongo triste, en cambio, si las almas piden poco, estrechan sus corazones” (Diario, n. 1578).

“Diles a las almas que no pongan obstáculos en sus propios corazones a mi Misericordia que desea muchísimo obrar en ellos. Mi Misericordia actúa en todos los corazones que le abren su puerta” (Diario, n. 1577).

*El padre Germán Saksonoff es miembro del Oratorio de San Felipe Neri, congregación que tiene la misión especial de difundir la espiritualidad de la Divina Misericordia.

 

 

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